Miembros del infame Batallón 32 del ejército sudafricano de los años 70 y 80 dan la cara por primera vez y hablan de traiciones, remordimientos y colonialismos.
Un grupo de hombres viejos se resiste a marchar de Pomfret, una ciudad minera abandonada al lado del desierto del Kalahari, a tocar de la frontera entre Sudáfrica y Botsuana. Muchos de ellos nacieron en Angola y fueron reclutados para luchar en la guerra de independencia contra Portugal. Cuando el partido comunista Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) declaró la independencia en 1975 se encontraron desamparados y fueron contratados como mercenarios para luchar en el Batallón 32 de los sudafricanos blancos contra su propio pueblo. Eran conocidos como “Los Terribles”. Verdugos y, a la vez, víctimas, se veían obligados a defender el régimen del apartheid en la lucha colonial en Namibia y en varios municipios sudafricanos. Actualmente viven en la pobreza extrema, no tienen a donde ir y el trauma de su pasado sigue torturándolos.
El cineasta Boris Gerrets murió en marzo de 2020 y culminó una filmografía única, llena de premios, con un testamento fílmico inolvidable e inquietante. El testigo inédito de los miembros del Batallón 32 y la puesta en escena del relato bíblico de Judas Iscariot da voz a un grupo de seres humanos imperfectos que son marginados por la historia oficial.