Una inmersión sensorial en las heridas invisibles y a los claroscuros de una guerra constante y sin fin, filmada en Irak, Siria y el Líbano.
Giafranco Rosi, ganador del León de Oro en Venecia y el Oso de Oro en Berlín, nos propone una inmersión en las heridas invisibles y claroscuros de una guerra constante y sin fin, filmada durante tres años en Irak, Kurdistan, Siria y el Líbano. Guerras civiles, dictaduras grotescas, invasiones imperialistas, el salvajismo del Daesh… Nos sumergimos en un espacio del horror que nos lleva más allá del territorio físico de Oriente Medio hasta el punto de perder la orientación. ¿Dónde estamos? ¿De dónde viene todo este terror?
Rosi reivindica las herramientas del cine observacional, basado en una colaboración íntima con los seres humanos que protagonizan sus películas, para mostrar los efectos de un ciclo de destrucción que parece no acabar nunca. No vemos ninguna batalla, pero las heridas resuenan en cada imagen de la vida cotidiana de los diferentes protagonistas del film. Observar con atención nos hace intuir un destello de esperanza, débil pero persistente, en unos rostros humanos marcados por el trauma y el dolor.